Como todos los viernes, yo era un asiduo concurrente a las carreras de perros en el galgódromo del DF. Mis ilusiones eran escasas, puesto que sólo quedaba una carrera y había gastado todo mi dinero en malas apuestas y ceniceros descartables (un vicio desenfrenado). En el momento en que estaba mirando la pizarra de anuncios, [...]
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